Hola a todos! Os dejo una reflexión muy interesante de nuestra compañera y amiga Isa. Una aikidoca de muchisimos años que por varias circunstancias ahora no puede entrenar. Un pilar fundamental de la Kisei. Una autentica BUDOKA.
GRACIAS por todo amiga!
EL DESCANSO DEL GUERRERO
A lo largo de los últimos 10 años he tenido ocasión de hablar con mis compañeros sobre la práctica del Aikido y las enormes dificultades que entraña: su complejidad, la lucha contra nuestro ego, la superación de nuestras inseguridades, o los (en mi opinión mal llamados) distintos estilos de Aikido.
Hemos estudiado el trabajo del peso, el “estar-no estar”, el tiempo, la relajación sin flacidez, la presencia. Hemos dedicado horas a pensar en cómo el Maestro no agarra, sino que se posa; en cómo colocar nuestro peso sobre uke; en cómo girar ambos con el mismo eje.
Aquellos que llevan en el dojo el tiempo suficiente para haber practicado 20 formas distintas de shomenuchi ikkyo y para saber lo importante que son todos los ingredientes de un puchero, saben a qué me refiero.
Pero hay algo que no recuerdo haber tratado nunca en clase: cómo enfrentarse al momento en que tu cuerpo te pide parar, cuando por problemas físicos arrastrados de muchos años atrás no ves más opción que abandonar algo que hasta entonces ha sido fundamental en tu vida.
Recuerdo haber empezado a practicar Aikido temiendo que mis lesiones previas no me lo permitieran. Procuras evitar movimientos, posturas, técnicas que puedan perjudicarte; pero no puedes evitar implicarte al 100% y hasta que no llegas a casa no te das cuenta de que has vuelto a exigirte demasiado. He intentado sobreponerme a cada crisis condicionando mi entrenamiento para no agravar mis lesiones. Pero llega un momento en que tienes que ser capaz de escuchar a tu cuerpo, a pesar de que tu mente y sobre todo tu corazón te digan que no puedes vivir sin practicar Aikido.
Y ahora es cuando realmente puedo preguntarme qué he aprendido más allá de la defensa personal.
Se nos llena la boca hablando del enriquecimiento personal que aportan las artes marciales. ¿Es realmente así? Dejando a un lado los recursos defensivos, ¿qué queda después de 10 años de práctica?
Siempre he pensado que aunque pudiera tener la seguridad de que nunca iba a tener un altercado con nadie, seguiría haciendo Aikido sin lugar a dudas. Estoy convencida de que muchos de mis compañeros suscriben estas palabras, por lo que concluyo que buscamos algo más allá de la defensa personal.
Lo más valioso que he encontrado en el dojo ha sido la posibilidad de descubrir rasgos de mi carácter, tanto en lo positivo como en lo negativo, que no había tenido la oportunidad de sacar a la luz. Yo sabía que era una persona impaciente e inflexible; el Aikido me ha ayudado a mejorar en este sentido. Pero lo que es aún más valioso, me ha mostrado mis debilidades, mis miedos, mis inseguridades; y me ha obligado a enfrentarme a todo ello.
El gran reto de cada clase no termina siendo que la ejecución de la técnica sea perfecta; sino que en tu práctica no sean un obstáculo ni tu ego ni tus miedos.
De aquí sacamos una enseñanza universal, algo que podemos aplicar en cualquier situación de nuestra vida: en muchas ocasiones, el fracaso no se debe a que hagamos las cosas mal, sino a que ni tan siquiera nos dimos la oportunidad de intentarlo.
En estos últimos 10 años he conseguido alcanzar muchas de las metas que me había propuesto, y he logrado también superar sin frustración el hecho de no haber conseguido otras. ¿Habrá tenido algo que ver el Aikido? Quién sabe…
Sólo me queda dar las gracias a todos mis compañeros. A los que estaban cuando yo empecé y sentía que era un estorbo para ellos. A los que han entrado nuevos y me han enseñado que el principiante, lejos de ser un estorbo, te da una información muy valiosa sobre la realidad de tu técnica gracias a su ritmo roto.
Y por encima de todo, a mis Maestros. Por ser Maestros de Aikido, y por ser en determinados momentos Maestros de Vida.
Gracias por compartir algo tan personal Isa. Todo lo que dices hace que tenga sentido el » DO» que ponemos al final del nombre de cada arte marcial.
En muy poco has resumido diez años de Aikido, muy poco has escrito y mucho lo que has querido transmitir, sabes de sobra que son las piedras del camino, unas mas dificiles que otras y hasta ahora las ha podido solventar, espero que esta también, y aunque mas bien suene a despedida, sabes y sabemos que estarás y estareis ahi, cuando el BUDO se lleva dentro, es imposible dejarlo, y ya podias haber dicho…
Hasta luego, volveré cuando descanse, tengo una asignatura pendiente.
SUERTE
Me sumo a tus palabras Isa. Me acuerdo perfectamente cuando empezaste, utilizando tu fuerza y veo el camino que has andado tanto en Aikido como en tu vida. Que al fin y al cabo el Aikido es vida. El dojo nos da la oportunidad de aprender un camino que se anda en la vida diaria. Gracias por tu redacción . Orgullo Kisei
Mas vale tarde que nunca!, no he podido escribir antes….., como todo lo que sale de Isa profundo, conmovedor y con un nivel de reflexion digno de una maestra, yo si me lo permites te haré la reflexión desde mi optica, cuando se prepara un profesor para aceptar la marcha de alguien que ha sido corazón, cabeza y motor de su escuela, yo mismo contesto, Nunca!!!!, tu eres parte de esto, estando y sin estar…..cuidate, es merecido…..besos