Recuperamos para la web de la Escuela un artículo de Isabel Moreno aparecido en su día en la página de la Asociación de Aikido Kisei Dojo y que, sin duda, refleja muy bien el sentir de muchos artistas marciales en un punto de su camino.
«Recuerdo mi primera clase de Aikido, hace ya casi 7 años. Me acerqué al dojo sólo por acompañar a un amigo, y no sabía que allí encontraría algo que me acompañaría a mi durante el resto de mi vida.
No creo que mi práctica durante todos estos años haya sido infructuosa, e incluso puede que no haya sido equivocada. Pero sí es cierto que he recorrido un camino que ya está agotado. He empleado 6 años en fabricar la taza; con mucho cariño, cuidando cada detalle, procurando que fuera lo más estética, equilibrada y elegante posible. Pero la taza está vacía.
Llenarla supone emprender un nuevo camino de trabajo interno, de sensaciones, de aspectos del entrenamiento que son mucho más difíciles de desarrollar que el “aspecto físico”. En mi opinión, este es un camino que el practicante recorre solo; tu Maestro puede decirte si vas en la dirección correcta, pero no puedes limitarte a imitarle, a seguir sus pasos y copiar cada uno de sus gestos. Tienes que aprender a través de tus propias experiencias; a sentirte tú, a sentir a uke, a percibir ese fluir de la energía del que todos hablan pero que pocos conocen.
Creo que hay muchísimos practicantes que jamás emprenden este nuevo camino. He coincidido en el tatami con aikidokas de 10, 20 y hasta 30 años de práctica. Es muy triste decirlo, pero muchos de ellos aún tenían su taza vacía. Al parecer, todos los años de práctica sólo les han servido para adornar su taza cada vez más hasta convertirla en algo exagerado, recargado, barroco,… sin sentido; perdiendo por tanto la naturalidad y sencillez que, a mi modo de ver, debería tener el Aikido.
La taza debe ser únicamente el instrumento para albergar el contenido; pero no puede convertirse en el objetivo en sí. Dicho de otro modo, practicar la ejecución de la técnica como si se tratara de una coreografía en la que uke y tori están de acuerdo en realizar una serie de movimentos, no puede ser el objetivo final. Entiendo que eso no es practicar Aikido. Considero que Aikido es lo que empiezas a estudiar cuando ya has asimilado esas bases. Y muchos podrán pensar: “¿No se trata el Aikido de ejecutar correctamente una serie de técnicas?” No, Aikido es TODO LO DEMÁS.
Enfrentarse a este nuevo camino ha supuesto para mi algo desconcertante; una forma distinta de practicar, de percibir, de aprender, de buscar. Me he sentido perdida, y he pasado por una especie de “crisis”. Tenía dudas sobre si mis Maestros entenderían esta situación, y si confiarían en mi capacidad para seguir adelante.
Hace unas semanas, me propusieron para examinarme de Cinturón Negro dentro de unos pocos meses. Esto supone para mi un voto de confianza, y reafirma mi idea de que hay que tomar una nueva dirección; aunque eso implique replantearte todo lo que creías que sabías hacer, y mirarlo todo con otros ojos.
Aunque eso implique estar de nuevo al principio del camino.»