Hola a todos!! Siempre que tenemos ocasión de ver una exhibición de artes marciales, nuestra mirada, nuestra atención se proyecta sobre lo que hace Tori (defensor) y no sobre lo que hace Uke (atacante). Pero, ¿es esta una forma correcta de apreciar la eficacia marcial del sistema cuya práctica se exhibe??
Os dejo un artículo de nuestro compañero Antonio Amado, que precisa esta cuestión, con una buena reflexión que pretende compartir con todos nosotros.
GRACIAS por compartirlo con nosotros!!
«Después de la observación de tantos y tantos vídeos que hay por la red, así como de leer y ver artículos en revistas especializadas de artes marciales, exhibiciones, e incluso en un gran número de Dojos, me he percatado de que, rara vez se observa a Uke realizar un ataque, y a Tori resolver con una sola respuesta clara y contundente. Lo que normalmente nos solemos encontrar es un ataque de Uke, seguido de una serie más o menos larga de contraataques y encadenamientos, también más o menos espectaculares, según del arte que se trate. Esto suele causar la impresión de gran efectividad y resolución y de una gran habilidad para encadenar unas técnicas con otras; en definitiva, de una gran credibilidad como arte marcial eficaz.
Hace algún tiempo cambié el objeto de mi visión, y en vez de concentrarme en mirar todas esas técnicas desarrolladas por Tori, me dediqué a observar con atención a Uke, tanto en su primer ataque, como en lo que hacía (o no hacía), tras ese ataque.
Fue ahí cuando me di cuenta que todas estas artes marciales funcionaban tan perfectamente por dos razones:
Primera, porque el ataque de uke no era real, entendiendo por real un ataque lo más cercano posible a lo que te haría cualquier persona, entrenada o no en el combate, pero que de verdad tuviera una intención pura, clara y sincera de agredir a Tori. Me percaté de que, en la gran mayoría de los casos, había “errores” de distancia, de momento, de intensidad, pero sobre todo de intención; en definitiva se hacía un ataque concebido para que a Tori le saliera la técnica de contrarespuesta.
Segunda razón, porque una vez ejecutado el ataque de Uke, éste permanecía en una actitud pasiva (más o menos quieto), y siguiendo el curso de las respuestas de Tori, cosa que creo que nunca haría un verdadero agresor, que supongo que en cuanto tuviera otra nueva oportunidad de atacar, así lo haría, máxime cuando Tori le hace las técnicas de contraataque delante suya y en plena “linea de tiro”.
Con este tipo de ataques, no es de extrañar que a Tori (sea del arte marcial que sea), le salgan encadenamientos de todo tipo y dé la impresión de verdadera eficacia , si además, todo esto es condimentado con kiais, caras de agresividad u otros adornos. Casi ninguna de esas técnicas les hubieran sido útiles a Tori, si Uke le hubiera lanzado un ataque lleno y pleno de intención e intensidad, sin entregarse una vez ocurrido, y en plena vigilancia para atacar a la primera oportunidad que se le presentase. Ante un ataque de estas características, sólo caben dos opciones: o esquivar (Tenkan), y de esa milésima de ventaja obtenida ejecutar una respuesta, o entrar (Irimi), con una técnica definitiva. Pocas otras posibilidades quedan cuando el ataque de uke es verdadero y real.
Por eso, para valorar la eficacia de un arte marcial, creo que la cuestión no está en observar lo que hace Tori, sino en valorar “objetivamente” cómo ha atacado uke. Así pues, muchas veces las respuestas más eficaces son las menos espectaculares, las más simples y directas.
Con esto tendremos un elemento objetivador de cualquier arte marcial (aunque no lo practiquemos), que hará de filtro sobre el concepto de lo que es o no eficaz.»